Capítulo 5: Dicionario de criaturas mitológicas y un mapa para encontrarlas

No sé si por suerte o por fortuna, para fotografiar a una persona necesito que esa persona me caiga bien. Aunque quizá decir eso sea un poco exagerado. En realidad, me basta con un punto de conexión, una cierta sintonía personal.

Como mis lectores habrán podido deducir por los cuatro capítulos anteriores y, sospecho, será una constante en los siguientes, me resulta enormemente difícil fotografiar a personas qe no me inspiren, por lo menos un poco de simpatía. Por supuesto, yo soy un hombre que goza de una gran variedad de intereses, de manera que por fuerza siempre hay un tema de conversación sobre el que se puede asentar ese mínimo de calidez que yo siempre necesito para empezar a trabajar y que utilizo también para que el modelo esté relajado y a gusto.

Conocí a Stefan este verano. Publicó en Facebook un anuncio buscando un fotógrafo y, tras fijar con bastante exactitud el marco en el que se desarrollaría la sesión, fijamos una fecha. Bastaron cinco minutos para que se instalara entre nosotros una agradable forma de trabajo en equipo. Pude entonces apreciar las enormes cualidades que Stefan tiene como modelo, que son también (creo yo) algunas de las cualidades que tiene como persona. Las principales, según mi honrada opinión, son dos : que es un hombre de una gran nobleza y de una gran humildad, que siempre está deseosa de aprender. La segunda es que siempre está dispuesto a probar cosas nuevas.

Nuestra primera sesión duró hora y media, y el ambiente que reinó fue tan agradable, que cinco minutos antes de hacer la última foto, le pregunté si no tendría tiempo después de las vacaciones para juntarnos otra vez.

Así fue. Y la segunda sesión, como mis lectores podrán, supongo, notar, fue tan agradable como la primera.

Esta vez hicimos una sesión urbana.

Un recorrido por uno de los distritos más céntricos de Viena, el séptimo, uno de los epicentros de la calidad de vida por la que esta ciudad es famosa en el mundo entero y, por supuesto, uno de los epicentros también de la versión más joven de esa « gemütlichkeit » que hace que este país sea uno de esos sitios de la Tierra en donde aún es agradable vivir (y lejos del mar, por cierto, que tal como se está poniendo el mundo con el cambio climático no dejade ser una ventaja).

Al hacer las fotos y, por supuesto, al revelarlas después, nos imaginaba, a Stefan y a mí, como dos exploradores buscando criaturas mitológicas escondidas en la gran ciudad. Seres fascinantes fuera de lo común, que podían aparecer en cualquier momento para contarnos sus secretos y frente a los cuales yo me imaginaba a Stefan, suavemente sorprendido, abordándolos con respeto y un punto de burlona buena educación.

Buscábamos la hora dorada (esa luz huidiza del atardecer cuando todo parece tocado por ese halo mágico que se ve en las pinturas de los museos) pero encontramos una cosa yo creo que mejor.

Modelo: Stefan