Sancho Gracia, el abuelo de Daniel Sancho, será siempre “Curro Jiménez” pero también interpretó otro personaje icónico: el de José María Jarabo.
La noticia del verano (por lo menos en España) ha sido el asesinato cometido por el ciudadano español Daniel Sancho Broncalo, en Tailandia. La víctima ha sido el adinerado ciudadano colombiano Edwin Arrieta, un cirujano plástico de orígenes humildes pero muy bien conectado con la élite de su país.
El caso tiene todos los ingredientes para resultar atractivo. Un asesino guapo, de una familia española adinerada, un modus operandi macabro, la homosexualidad de, por lo menos, uno de los implicados. Un móvil aún por determinar, aunque parece que el dinero podría haber jugado un papel importante.
Se da la circunstancia de que Daniel Sancho es hijo y nieto de actores. Su padre es Rodolfo Sancho y su abuelo fue Sancho Gracia. Para la mayoría de los españoles, Sancho Gracia es y será “Curro Jiménez”, el bandolero que, a finales de los setenta y primeros de los ochenta, alegraba con sus castizas aventuras las mañanas de los domingos. Pero también, curiosidades de la vida, el protagonista del primer episodio de ”La Huella del Crímen” dedicado a uno de los más famosos del franquismo, el que cometió Jose María Jarabo, en el verano de 1958.
Un crimen que guarda asombrosas similitudes con el de Daniel Sancho Broncalo.
La Huella del Crimen se empezó a emitir en abril de 1985. Sancho Gracia (en realidad Felix Ángel Sancho Gracia) interpretaba al famoso criminal por el que suspiraron muchas mujeres de su época, se dice que, entre ellas, Sara Montiel. El episodio, rodado en cine, fue dirigido por un Juan Antonio Bardem que no terminaba de encontrar su sitio en el cine de la democracia y fue, como todo el resto de la serie, un éxito.
Hoy, a la vista de los acontecimientos, da un poco de miedo ver a Sancho Gracia/Jarabo cometer aquellos crímenes, con la misma frialdad que, en la realidad, los ha cometido su nieto.
JARABO: UN CACHORRO DEL COLEGIO DEL PILAR
Luis María Ansón, Jose María Aznar, Ricardo de la Cierva, Juan Luis Cebrián, Pio García Escudero, Javier Krahe, Javier Fesser, Agustín de Foxa, Alfredo Pérez Rubalcaba, Jorge Sanz, Juan Antonio Bardem, Juan Villalonga, Alfonso Ussía y Jose María Jarabo.
Todas estas personas de distintas épocas y trayectorias tan distintas, tienen una cosa en común: el haber sido alumnos del Colegio de Nuestra Sra. Del Pilar en Madrid. Un auténtico vivero de las clases privilegiadas espaöolas.
Jose María Jarabo también pasó por sus aulas, como correspondía a su nacimiento, en el seno de una familia de la clase alta madrileña. Acabada la guerra civil, en 1940, la familia, quizá desconfiando de que dure la victoria de los nacionales y, con ella, la estabilidad política, emigra a Puerto Rico. Allí, Jarabo abandona los estudios y contrae un matrimonio de corta duración, del que nacerá un hijo. Poco más tarde, abandona Puerto Rico y se instala en Nueva York, donde cumple cuatro años de cárcel por tráfico de drogas y pornografía (seduce a mujeres a las que luego fotografía en poses obscenas y luego vende las imágenes). Es expulsado del país y vuelve a España en 1950. En la maleta lleva diez millones de pesetas de entonces. Una fortuna. Se gasta todo el dinero en un año. Cuando se le acaban los ahorros, y ante la amenaza de su familia de volver a España, Jarabo se dedica a mantener su tren de vida de drogas, mujeres y alcohol, a base de empeñar alhajas y de estafar incautos bajo identidades falsas. También vende el lujoso chalet familiar de Arturo Soria.
LA SORTIJA DE BERYL
Durante una de estas andanzas conoce a la ciudadana inglesa Beryl Martin Jones, con la que establece una relación. La británica, casada, no puede prestarle dinero, pero le cede una valiosa sortija de brillantes para que la empeñe y consiga algo de efectivo. El valor estimado de la joya es de 50.000 pesetas, pero en la casa de empeños Jusfer, en la calle Sáinz de Baranda, Jarabo, bastante apurado de dinero, solo obtiene 4000. Para protegerse, los dueños de la casa de empeños se quedan con una carta firmada por Beryl Martin Jones en la que autoriza la operación y en la que da diversos detalles personales que permiten deducir la naturaleza de la relación que mantenía con Jarabo.
Pasados unos días, Beryl le pide a Jarabo la sortija. Es un regalo de su marido y teme que el esposo descubra la relación clandestina que tiene con Jarabo. El español acude a los prestamistas, apurado, y se encuentra una desagradable sorpresa: Emilio Férnandez y Félix López, dueños de la casa de empeños Jusfer, le piden 4000 pesetas por rescatar la sortija y 6000 por la carta de garantía.
Jarabo está sin blanca. Madrid está en fiestas. Es el fin de semana del 18 de Julio, conmemoración del principio de la guerra civil. El 19 de Julio por la noche, sábado, se dirige al domicilio de Emilio Fernández. Allí, empezará su carrera de asesino.
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